martes, 11 de mayo de 2010

"El ajedrez me salvó de morir de una gran depresión"

En las calles del centro de Bogotá es muy normal ver vendedores en cada esquina sin embargo en la carrera séptima con calle 19 hay uno que promueve el ajedrez a los peatones y ciudadanos que por allí transitan.

Adolfo Páez empezó a la edad de siete años a practicar este racional deporte, cuando aún estaba en el colegio cursando la primaria, fue en este lugar donde se enamoro perdidamente de aquel tablero con pintas blancas y negras, fue desde este momento que supo que iba estar atado de por vida a este bello y racional deporte.

Pero, como cualquier enamorado también cometió errores y le fue infiel a su gran amor, después de terminar el colegio, Adolfo se dedicó a practicar Judo o Yudo (arte marcial de origen japonés) durante veinte años de su vida, siendo también instructor de la liga de Cundinamarca y dando clases de este deporte en la Universidad Católica.

Pero un inesperado día, un terrible y doloroso accidente, lo obligó definitiva y radicalmente ha abandonar este deporte.

Con sus piernas destrozadas y casi invalido lo único que pudo volver a jugar fue ajedrez, fue su única distracción para olvidar ese duro momento por el que estaba pasando. Porque, este accidente no solo destrozo su salud, sino también su profesión, su autoestima y lo más importante aún, sus ganas de seguir adelante, sus ganas de vivir.

Además,lo peor estaba por venir, así es, algo de lo más duro a partir de este tan doloroso accidente para Don Adolfo, fue el enfrentarse a las necesidades de sus dos pequeñas. Pero eso no fue obstáculo para él, por que aún en muletas y con el más profundo dolor en su piernas al tratar de moverlas, lucho día tras día para que a sus pequeñas hijas no les faltara nada y no sintieran por un instante el perturbador dolor que lo sometía.

Así transcurrió la vida de Don Adolfo por varios días, quizás meses, envuelto en un terrible dolor y paralizado por una gran depresión, hasta que llegó su mejor y único remedio "El Ajedrez". Fue desde entonces que este, su gran y verdadero amor lo ayudo a superar cualquier dolor que pudiese sentir en ese momento.

Ahora, después de ocho años de haber pasado por esta inolvidable y difícil situación, Don Adolfo es un reconocido vendedor de la carrera séptima, que no solo se dedica a vender su mercancía si no también a promover el ajedrez como deporte, ciencia y arte, el cual recomienda para activar las neuronas, generar mayor capacidad racional y ayudar a mejorar la rapidez mental.

Este desinteresado y amable vendedor solo busca darle jaque mate a la ignorancia y a la pereza mental, que invade el pensamiento de los habitantes de Bogotá y que sin quererlo se transmite como cruel enfermedad, que en la mayoría de los casos es incurable y no por que no haya la medicina que la alivie sino por que el "enfermo mental" se resiste a ser medicado.

Es por esto y por mucho más que debemos apoyar talentos como el de Don Adolfo, el de promover sin beneficio alguno o por lo menos no económico, deportes como el ajedrez que desarrolla el pensamiento lógico y la rapidez mental.

Este instructor de yudo de profesión, vendedor de oficio y un verdadero ajedrecista de corazón se merece el mejor de los premios que cualquier persona puede ofrecer, "el más sincero agradecimiento" por querer cambiar una sociedad abastecida de ideas facilistas, mediocres y sin sentido como las que estamos acostumbrados a oír sin oponer mayor resistencia, por eso Don Adolfo mil y mil gracias.



Sandra Burgos es una comerciante que por muchos años ha practicado el ajedrez con Don Adolfo en la carrera séptima y nos habla de esta bonita experiencia.

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